¿QUÉ VEINTE AÑOS NO ES NADA?
Lo que motiva tal descuido es que en este (supuestamente) breve lapso, a nuestra querida Escuela y su edificio le ha ocurrido de todo, en el sentido más amplio de la palabra. Desde cambios de talleres, laboratorios, pérdidas de espacios, hurtos, idas y vueltas, subidas, bajadas y vueltas a subir; cambios de autoridades directivas y jerárquicas: en los últimos cinco años, se ha renovado: su Directivo del hoy llamado Ciclo Básico (exEGB2-exESB2), sus Jefa y Subjefa de preceptores, su Jefe de Área de los talleres, su Secretario, su Regente de Estudio, y por si fuera poco su Director.
Sumémosle a lo anterior; la implementación, en casi una sola década, de dos nuevas Leyes Educativas Nacionales, Provinciales y Técnicas; lo que implica un nuevo plan de estudio con cambios curriculares en materias y gran movimiento de profesores, todo escalonado hasta cumplir el ciclo de cinco a siete años de aplicación, ni más ni menos que en dos ocasiones y esta segunda en actual aplicación.
Estas transformaciones exigieron que la Institución pierda tres de sus años de secundaria, para recuperar dos de ellos doce años después, y dentro de tres volverá el tercero faltante; además de agregársele uno, hace ya dos años y tratándose de un nuevo nivel en las Escuelas medias que implica a niños de apenas 12 añitos, que llaman a sus profesoras “seño”, “señorita” o en algún dejo de confusión “mamá”. Todo esto sin hacer demasiado hincapié sobre la cuestionada eficacia de la primer Ley y sus consecuencias sobre la formación Técnica.
A todo esto agregarle la siempre creciente cultura y devoción por la burocracia “papelística” de nuestro amado sistema y con el nuevo instrumento para terminar de doblegarnos que es el correo electrónico.
Además cuatro instituciones totalmente ajenas a este Establecimiento llegaron convivir aquí. Toda esta afluencia de estudiantes absolutamente extraños a lo edilicio y al tipo de educación que aquí se impartía, acabaron por arrasar cual demolición parte del mismo. Basta con observar instalaciones de vestuarios, duchas, bebederos y cambiadores con que el edificio contaba, así como sus aberturas y rejas.
Por lo tanto y por tanta cosa acontecida en tan poco tiempo, el plantel docente, administrativo, jerárquico y directivo de nuestra querida Escuela sufre por consiguiente todo tipo de síntomas observables y más que entendibles. Pero aquí lo que prima es nuestra función social indelegable, nuestro clima de trabajo y nuestras capacidades personales para las cuales nos sentimos facultados desde el momento en que elegimos o aceptamos estar donde nos encontramos.
Sólo será cuestión de que esta vez, y esperemos que así sea, la cordura y sensatez guíen a la educación argentina sobre rieles de estabilidad y respeto por sí misma. Tiempos de calma se precisan, dignos de formar equipos de trabajo con personal que ya está inmerso en nuestra Escuela.
Desde aquí, entonces, me remito y exhorto a trabajar con empeño, en pos de años de paz, seguridad y esfuerzo mutuo; con el fin de aplicar un orden tan, pero tan necesitado en esta querida Institución.
Esteban Ezequiel Uría, Regente de la Institución.
Publicado en 1era página Revista Institucional; "Te Abrimos la Cabeza" Noviembre 2009.
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