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Además de varios hurtos de bicicletas en inmediaciones del exterior de nuestro edificio, un sinnúmero de vidrios sucesivamente rotos se vienen registrando estos últimos años. Ni las luces del acceso, ni el timbre se han salvado del daño como "supuesta" diversión. Tal vez sea el fiel reflejo de la sociedad que hemos sabido concretar hoy por hoy.